Tecnología y libertad

Académico analiza  la relación del desarrollo tecnológico con la libertad

“El desarrollo tecnológico no crea solo condiciones materiales de vida diferentes, sino que interviene y cambia la concepción de nosotros mismos y de todos los aspectos de nuestra vida, incluso nuestra idea de qué significa ser libres”.  Con ese planteamiento, el catedrático de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Giuseppe Zaffaroni Carnelli publicó su artículo “Tecnología y Libertad: algunas reflexiones”  en el libro Formación y mentalidad técnica de la editorial Aula de Humanidades de Bogotá, Colombia.

“El propósito de este ensayo es explorar cómo la tecnología interviene en nuestra concepción de la libertad poniendo en primer plano ciertos sentidos de ella y dejando otros aspectos en la sombra o en el olvido. A través de un análisis sintético de las características esenciales del progreso tecnológico, se muestra cómo la dimensión de la libertad exaltada por la mentalidad tecnocrática es últimamente la libertad como autonomía y como independencia de todo tipo de límite. La pregunta es si de verdad la tecnología puede mantener su promesa de liberación total o si la realización plena del ser humano no pide más bien recorrer otros caminos, guiados por otro concepto de libertad”.

Explicó que su interés por analizar este tema surgió durante dos Jornadas de Filosofía sobre el tema de la tecnología convocadas el pasado año por la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá y el recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.  En su artículo habla sobre dos consecuencias.  “La primera es que, como la tecnología en su desarrollo autónomo y autorreferencial tiende a no aceptar ninguna consideración o limitación externa de tipo moral, así hoy cualquier pregunta u objeción de tipo ético a nuestras acciones es percibida como algo indebido, inoportuno, una inútil intromisión que intenta limitar injustamente las posibilidades humanas de la libertad.   La segunda es que la tecnología nos acostumbra a pensar que cualquier límite es siempre y solo un obstáculo para superar. Me explico: cualquier condición que nos preceda, que nosotros no hayamos decidido ni creado, cualquier dato de la realidad, en el fondo es un límite que nos condiciona. Paulatinamente, la mentalidad tecnocrática nos ha llevado a pensar que todo lo que no es un producto del ejercicio de nuestro libre albedrío, tenemos el derecho —si no ya el deber— de modificarlo, de mejorarlo, de perfeccionarlo. La realidad humana misma resulta ser un límite que hay que superar. Ya no se trata solo de liberar la condición humana de ciertas limitaciones o vínculos que le impidan su realización, sino que hay que superar y liberarse de la misma condición humana. Este es el sueño transhumanista que, gracias al desarrollo de las biotecnologías y de la cibernética, apunta a una transformación radical del ser humano actual”.

Como propuestas sostuvo “Nos estamos dando cuenta de las destrucciones y de los daños trágicos provocados al ambiente, al planeta y a la humanidad entera a partir de esta visión tecnocrática. Hay esperanza de que lo que pueda entrar en crisis no sea solo la confianza ciega en un futuro feliz garantizado por la tecnología, sino también la idea de hombre y de libertad que la funda. Agudamente,  papa Francisco en la encíclica Laudato si’ ve esta relación estrecha y observa que ´no habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología´. Pienso que trabajar para la elaboración, verificación y comunicación de esta ´adecuada antropología´ sea una de las tareas principales que tenemos todos, para tratar de salvar no solo al ser humano, sino también su denodado esfuerzo por el progreso tecnológico”.

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