“Invitación a regresar a la escuela”
En el libro el Dr. Luis Berríos Burgos narra sus experiencias como campesino y transmite un mensaje esperanzador.
Durante sus primeros doce años vivió peripecias y conoció, de primera mano, la cruda época de la Gran Depresión Económica y los azotes de los huracanes San Felipe y San Ciprián. Su estilo de vida se agravó, además, por el impacto de la II Guerra Mundial y la explotación de campesinos en la primera mitad del siglo 20. Este cuadro asombroso provocó que no lograra culminar sus estudios elementales y, por varias veces, abandonara la escuela. Estas son solo algunas de las vivencias que narra el Dr. Luis Berríos Burgos, en su libro “Regreso a la escuela”. La publicación se presentó el pasado jueves, 17 de octubre de 2013, en la Sala Madre Teresa de Culcuta del recinto de Ponce de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.
El Dr. José González Taboada, amigo y colega del autor, estuvo a cargo de la presentación del libro. “Regreso a la escuela” es un relato autobiográfico. Narra sus primeros años de vida. Diría que es una visión, un recuerdo de Puerto Rico durante principios de los años 40 y cómo vivían los arrimados, explotados por terratenientes, en el centro de la Isla. Relata las dificultades que le tocó vivir, pero lleno de valores y del amor de su familia. Esto fue, precisamente, lo que lo guió a lograr sus sueños”.
Según explicó el autor a Huellas del Futuro “Tuvimos que luchar duro para sacar adelante a la familia. ‘Regreso a la escuela’ es un escrito de esperanza que convirtió a un campesino desanimado a ser lo que soy hoy día. Las escuelas eran muy distantes y, varias veces, abandoné la educación elemental. Sin embargo, siempre tuve el deseo de salir adelante y lo logré”.
El profesor, retirado del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, plasma en su libro anécdotas y experiencias que protagonizó durante su infancia en el pintoresco barrio Helechal de Barranquitas. Con una familia numerosa y de limitados recursos económicos, el autor narra cómo pudo sobrevivir, como un campesino boricua, ante las vicisitudes de ese período. Con el subtítulo “Mamá, hoy retomo el camino a la escuela! – Esa es la promesa que, quienes amamos a nuestros hijos, quisiéramos ver cumplida-“, el Dr. Berríos Burgos lleva un mensaje de superación. “El mensaje que quiero transmitir a la juventud es que sepan que tienen esperanzas. Este libro es una guía de nuestros antepasados para que conozcan de su historia y alcancen sus sueños”, añadió.
Relata que, en varias ocasiones, se vio obligado a abandonar la escuela por diversas razones, propias de la época. Sin embargo, su pasión y sed de progresar lo animaron a culminar su grado intermedio. Luego sirvió en el Ejército de Estados Unidos durante el conflicto de Corea. Cuando regresó a Puerto Rico, aprobó el examen de escuela superior y a los 23 años entró al recinto de Rio Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Según explica en su escrito, posteriormente, cursó estudios graduados en la Universidad de Michigan, donde recibió el título de Maestro en Administración Comercial. Fue profesor de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Revalidó para la licencia de Contador Público Autorizado y ha participado en programas internacionales. Además, le han otorgado reconocimientos importantes y ostenta el título de Profesor Emérito de la Universidad del Estado.
Su libro, también, recoge las vivencias de sus familiares. Historia que más adelante se complementa mediante la investigación genealógica e histórica.
Comentarios literarios de: Regreso a la escuela de Luis Berríos Burgos
Por: Dra. Diana Torres Rivera, profesora Dep. Estudios Hispánicos, PUCPR
En las páginas de “Regreso a la escuela” se abre la ventana al pasado, a la vida en el campo, a cómo eran las cosas entonces, pero no como las pintan los libros de historia o en las novelas de lectura obligada en la escuela, sino desde una voz juguetona y cariñosa -el gallo fiel-, maternal o infantil, pero nunca inmadura.
La personalidad del autor queda impresa en todos sus personajes yen su vocabulario florido y tierno, como sólo sucede al asomarse al pasado sin quejas, sin arrepentimientos y sin titubeos. Sus lecciones de vida quedaron relatadas para la posteridad; para que las nuevas generaciones apreciemos más lo que nos viene dado -o eso pensamos, lamentablemente- y que antes sólo el sudor, los pies descalzos y el largo camino a la escuela te daban. En este relato el paso del tiempo fue crucial para establecer el tono de la narración.
El naturalismo de Zolá fue sustituido por la calidez del recuerdo de la niñez; la voz del jíbaro fue retratada con ternura, no como un mero cuadro costumbrista. Como bien recuerda el narrador, el joven Luis Berríos, lo que quiere es recordarse de los seres buenos. Los maestros tienen un lugar especial en esta novela. Dice así:
Mi amo se dilató en contestar. Más bien reflexionaba sobre los recuerdos que brotaban ante las preguntas del condiscípulo. Pensó: nadie se olvida de los seres buenos, aunque de los malos tampoco. Se trataba sólo de un pensamiento reprimido por la nostalgia. Pero al percatarse de que su amigo esperaba alguna respuesta dijo en tono taciturno:
– Pues sí…, vengo con la esperanza… Quizás pueda continuar el séptimo grado, si es que me aceptan, que lo dudo. -Regresó él a su reflexión, la que quedó flotando en el silencio-: Cuando me mencionan el nombre de aquella persona tan especial, mi primera y noble maestra de escuela, se me eriza la piel y se me encoge la respiración. (pp. 437-438)
La maestra: aquella primera ventana al futuro que supone la educación es, en este libro, honrada por el autor. Al igual que una madre con sus hijos, la maestra es protagonista de la historia del éxito de todos sus estudiantes. Todos recordamos ese maestro y las lecciones que nos ofrecieron, casi siempre lecciones que trascienden el salón de primaria y se acercan a las lecciones de vida que nos marcan para siempre. La profunda humanidad y humildad con la que se relata esta historia es la clave de su distinción.