Misa de Miércoles de Ceniza: padre obispo Rubén A. González Medina invita a la conversión y al amor en tiempos de crisis

La comunidad universitaria de la Pontificia Universidad Católica en Ponce se reúne para celebrar el inicio de la Cuaresma

En  el Complejo Deportivo y Cultural del recinto de Ponce, padre obispo Rubén Antonio González Medina, C.M.F., gran canciller de la Pontificia Universidad Católica y obispo de la diócesis de Ponce, presidió la misa de Miércoles de Ceniza, marcando el inicio de la Cuaresma para la comunidad universitaria.

En un llamado a la reflexión y fraternidad, el gran canciller instó a la comunidad a entonar frases como “Danos un corazón grande para amar, danos un corazón fuerte para luchar”, compartiendo.“Por eso nuestra súplica hoy es: Crea en mí Señor un corazón puro”.

De igual manera, animó a los presentes a dirigirse a su hermano cercano y compartir la reflexión: “Enamórate de Jesucristo y lo entenderás todo; enamórate de Jesucristo y realizarás cosas maravillosas”, tomando inspiración de las palabras de san Antonio María Claret sobre el día de los enamorados. Enfatizó que el primer amor debe ser hacia Jesucristo, alentándolos a entonar estrofas como “Yo tengo un nuevo amor, un corazón que late sin parar; hay uno que me ha dicho te amo de verdad, Jesús mi amor y más que amor, mi dulce paz”.

El gran canciller también resaltó la importancia del evangelio, que coloca a cada uno frente a la vida, y subrayó que la única senda es la conversión personal y colectiva. “El evangelio de Jesús nos interpela a cada uno de nosotros y nos propone como camino verdadero la conversión personal y colectiva, según su espíritu, hoy el Señor nos hace una propuesta de amor”, afirmó.

Durante la celebración, el grupo Ministerio ECOS, dirigido por el padre Luis Enrique Ortiz Álvarez, c.m.f., capellán de la Universidad, entonó emotivos cantos que acompañaron la liturgia.

Padre obispo concluyó la misa compartiendo tres pasos claves como guía y ayuda para la Cuaresma: reconocerse pecador, ser agradecido y dar testimonio de la obra de Dios en cada uno.

Finalmente, cada asistente recibió el símbolo de la ceniza sobre sus cabezas, acompañado de una cinta de color lila. Padre obispo Rubén explicó que esta cinta era un símbolo tangible de la conversión que cada uno llevaría consigo y alentó a la comunidad a vivir la Cuaresma centrados en el amor y el agradecimiento. “Vivir en cristiano es vivir agradecido y agradeciendo” expresó.

La misa de Miércoles de Ceniza se llevó a cabo el 14 de febrero.

 

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