Mensaje del presidente en Misa de inicio de curso
Mensaje del presidente
Misa de inicio de curso del segundo semestre
28 de enero de 2020
Fiesta de santo Tomás de Aquino
Nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía al iniciar el segundo semestre del año académico 2019-2020. Y nos hemos reunido para encontrarnos con Jesús personalmente: en la Palabra, en el Pan de la Eucaristía y en los hermanos presentes aquí esta mañana. ¿Creemos esto? ¿Creemos que Cristo resucitado se encuentra presente entre nosotros? ¿Sentimos arder de alegría nuestro corazón porque sabemos que Cristo está aquí? ¿Cuáles sentimientos anidan en nuestro corazón? ¿Paz, alegría, consuelo, acompañamiento, esperanza? Posiblemente algunos de ustedes dirán… y también incertidumbre, desasosiego y confusión por los acontecimientos nuevos e inesperados que estamos viviendo.
El viernes concluimos el período oficial de matrícula. Ahora tendremos el período de matrícula tardía. ¿Saben qué ocurrió la semana pasada? Más estudiantes vinieron a matricularse que para la misma fecha en el 2019. Por eso hoy, en esta Eucaristía, daremos gracias a nuestros estudiantes y a sus padres. Confiaron en nuestra Universidad… es un lugar seguro con una identidad y misión para lograr que consigan sus metas personales y profesionales. Y por eso les estamos agradecidos. Y hoy pediremos por ellos y sus familias.
Esta Eucaristía también la ofrecemos en agradecimiento a la facultad y al personal administrativo… y también a sus familias por el compromiso demostrado en estas pasadas dos semanas. Sobre cien miembros de nuestra comunidad, ustedes, que están aquí hoy, estuvieron desde temprano el lunes en el Complejo Deportivo y Cultural para trabajar las matriculas, para contestar preguntas y más importante aún, para acompañar a los estudiantes y acompañarnos unos a otros. Y esto también ocurrió en Arecibo y Mayagüez. ¿Saben ustedes que se envió un cuestionario por Internet a los cerca de 1,000 estudiantes de Guánica, Guayanilla, Yauco y Peñuelas para conocer su situación y poder ayudarlos personalmente?¡Cuántos ejemplos de solidaridad y entrega personal vi durante esos días! A todos ustedes muchas gracias. A los empleados de Planta Fisica que se lanzaron a devolverle a nuestros campus el lustre para que pudiéramos estar listos para comenzar las clases… muchas gracias. De una manera especial permítanme agradecer al Ing. Armando Rodríguez, a su equipo de trabajo y a los ingenieros estructurales que llevan días desde el terremoto del 7 de enero evaluando las condiciones de nuestras instalaciones. Ustedes los conocen y los han visto en nuestros campus con un compromiso incansable. Hoy damos gracias por ellos y pediremos por sus familias.
La Iglesia propone en las lecturas para los doctores de la Iglesia, como san Tomás de Aquino, una lectura del libro de la Sabiduría, capitulo 7, versos del 7-10 y del 15-16 “Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría. La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como barro. La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no tiene ocaso. Que Dios me conceda hablar con inteligencia, y que mis pensamientos sean dignos de los dones recibidos, porque él mismo es el guía de la Sabiduría y el que dirige a los sabios. En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, y también todo el saber y la destreza para obrar”. Hoy pedimos en esta Eucaristía que Dios brinde a nuestra comunidad universitaria la virtud de la prudencia… que hablemos con inteligencia, que tengamos los más altos pensamientos, que obremos con saber y destreza y que reconozcamos que estamos en las manos de Dios. Es posible que ante la incertidumbre que vivimos nos sintamos tentados a pensar que Dios no nos escucha. Nada más lejos de la verdad.
Y por encima de todo pedimos que recibamos el espíritu de la Sabiduría… Sabiduría con letra mayúscula. Como diría san Agustín “Cuando se uniere a Él, se hará un mismo espíritu con Él, es decir, el que se adhiere al Señor, se hace un espíritu con Él, porque participa de la naturaleza, verdad y felicidad de Aquel, sin que aumente en su esencia, verdad y bienaventuranza”. Pidamos hoy que, a través de la experiencia universitaria, nos unamos más a Jesús…a través de la Palabra, la Eucaristía y la vida junto a los hermanos.
Termino con las palabras que el cardenal de Chicago, Blase Cupich, expresó en enero 25 en la reunión anual del Encuentro de Ministerios Sociales Católicos en Washington, DC “Nuestro llamado a la santidad no es acerca de ser llamado como un individuo, sino una invitación de Dios en la cual el trae a las personas juntas e invita a los creyentes a un nivel más profundo de intercomunión y vida compartida. La tarea propia del cristiano, entonces, como el Concilio Vaticano II nos dice, es trabajar con todos para construir un mundo más humano ( Gaudium et Spes 55). Esto es tomar partido acerca de la realidad en la cual ni nuestras vidas espirituales ni la religión puedan ser entendidas sin un compromiso social. Ni la salvación pueda ser entendida sin la necesidad de transformar la historia. Estas están íntimamente unidas”.