¿Me entendiste?
“El hombre se posee en la medida en que posee su lengua” Pedro Salinas
Por: Olga Bizoso
Afirmar que un crimen fue “brutal” no es igual que comentar que “el party estuvo brutal”. Esto nos lleva a ese campo resbaladizo de la lengua, las definiciones, y a lo que Ferdinand de Saussure llamó el doble plano del signo lingüístico: significante y significado.
Muchos hablantes piensan que la corrección en la comunicación está regida por unas reglas que establece esa misteriosa agrupación de desconocidos que forman la Real Academia de la Lengua Española. En muchos casos consultan la autoridad máxima, el diccionario, para determinar la “existencia”de una palabra, aun cuando la hayan usado por mucho tiempo. Si la regla dictara el uso, en Puerto Rico tendríamos que dejar de comer arroz con “gandules” ni siquiera con “gandures” porque la definición de gandul (que por cierto en el diccionario es un adjetivo y no un sustantivo) es joven holgazán, tonto; y en el caso de gandur, olvídenlo, ni siquiera existe. Entonces ¿qué haremos? Tendríamos que decir : vamos a comer pasteles y arroz con bolitas verdes pequeñas. ¡Qué locura! Y ¿Saben qué? el “sancocho”correría el mismo peligro, porque la palabra correcta es “salcocho” . Pero quién le quita ese “santo”a la gastronomía boricua.
Es importante que nos preocupemos por usar correctamente nuestra lengua. Eso testimonia que somos hablantes con consciencia lingüistica, lo que le asegura a nuestro vernáculo una larga y saludable vida. Sin embargo, no debemos olvidar que las lenguas no son fenómenos cerrados ni estáticos, que están en continua evolución y que deben estar abiertas a esa evolución progresiva y responder a la realidad de sus hablantes. No olvidemos que es la comunidad de hablantes la que, mediante el manejo diario de su lengua, va estableciendo los cambios. Cuando esos cambios están generalizados en todos los niveles de hablantes en una comunidad, eventualmente, la agrupación de desconocidos, la Real Academia de la Lengua Española, lo establece como norma, así que no es la norma la que dicta el uso, si no el uso el que eventualmente establece la norma.
Al hablar de la comunicación, tenemos también que enfrentar un fenómeno que no podemos ignorar y que ha impactado seriamente el uso responsable de nuestra lengua: el “texteo”.
“ahora c escrib mjs acorta2, xq es + cul, salu2”.
Este mensaje, interesante desde el punto de vista lingüístico, está reproducido de un artículo titulado “El impacto de los nuevos medios de comunicación”. Interesante, porque es un buen modelo de los mensajes que se envían a través de las redes sociales. Contracciones de palabras, abreviaturas, ausencia de vocales y el uso de ideogramas han creado un nuevo código en la comunicación virtual. Si el receptor no está familiarizado con el código, no podrá decodificar el mensaje y la comunicación será totalmente inefectiva.
Habría, por tanto que preguntarse ¿Cómo impactan las redes sociales la comunicación? Muchos afirman que la tecnología es una realidad inevitable y que esta nueva forma de la comunicación ha llegado para quedarse.
Si partimos de la premisa de que la tecnología nos ha llevado a la universalización, habría que aceptar su indiscutible y perdurable presencia en las vidas de millones de hablantes. Sin embargo, también tenemos que aceptar que el uso continuo de este nuevo “lenguaje” puede debilitar la gramática y atrofiar la redacción. No podemos olvidar que las situaciones comunicativas de un hablante no se limitan a sesiones de “chateo”. El ciudadano promedio se mueve en ambientes académicos, profesionales, sociales, culturales y afectivos en los que la comunicación efectiva está dirigida por una base común de la lengua oral y escrita. Es esa base la que nos ha permitido entendernos, a pesar de los regionalismos, la que nos ha permitido transmitir nuestra herencia cultural a nuevas generaciones. Es doloroso escuchar (quizá este no sea el verbo correcto) a alguien tantear las palabras inútilmente, tratando de darles forma a sus pensamientos.
La tecnología, buenísima, gratificación instantánea, pero cuidado no la convirtamos en arma mortal que poco a poco nos aniquile. Pedro Salinas, extraordinario poeta español de la Generación del ’27 decía:
“La palabra es espíritu, no materia, y el lenguaje, en su función más trascendental, no es técnica de comunicación…es liberación del hombre, es reconocimiento y posesión de su alma, de su ser…”
Yo me siento orgullosa de ser puertorriqueña, de hablar español, amo a Dios, a mi familia, a mi patria. Así sin abreviaturas, sin ideogramas, sin contracciones, con consonantes y vocales, y con pleno uso de mi consciencia lingüística, lo afirmo.