“Entramos al nuevo año con optimismo y alegría”

Mensaje de Año Nuevo del Presidente

¡Feliz Año Nuevo!

Cada año al llegar el día de Año Nuevo, individual y comunitariamente, renovamos la esperanza. La experiencia que vivimos en el Adviento y en la Navidad nos dan razones para proponernos enfrentar la vida con optimismo y esperanza, aun dentro de los desafíos a los cuales nos enfrentamos. Hoy, primero de enero de 2024, es un gran día de fiesta en nuestros corazones.  Entramos al nuevo año con optimismo y alegría En nuestro espíritu renace la esperanza. Nos proponemos mirar la realidad de una manera diferente. Reconocemos que nuestra realidad tiene luces y sombras, pero confiamos en que Dios encarnado en nuestra historia nos acompaña.

"¡El bien es posible! Porque así Dios, quien nos ama profundamente, lo quiere. A la mayor gloria de Dios! Angie y yo les deseamos ¡Muchas felicidades!", expresó el presidente en su mensaje de Año Nuevo.

“¡El bien es posible! Porque así Dios, quien nos ama profundamente, lo quiere. A la mayor gloria de Dios! Angie y yo les deseamos ¡Muchas felicidades!”, expresó el presidente en su mensaje de Año Nuevo.

El inicio del año 2023 nos recordaba “Aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento”, estamos convocados a “mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, orienta nuestro camino”.

Les propongo que nos unamos al santo padre en su invitación a hacer realidad nuestra esperanza y que el 2024 sea, en nuestra Universidad, el año de la esperanza. El papa Francisco, el papa de la esperanza, nos ha brindado en sus mensajes, homilías y otros documentos las pistas, orientaciones y propuestas para hacer realidad los anhelos de esperanza y, como él mismo enfatiza, “organizar la esperanza”.  Veamos qué nos propone:

  1. Ser hombres y mujeres constructores de puentes. “Cada cristiano construya siempre puentes de diálogo con los demás, no muros de rencor. El cristiano debe buscar siempre el camino para escuchar, el camino de la reconciliación, con humildad y mansedumbre, porque es lo que nos ha enseñado el Hijo de Dios”.
  2. Conmovernos con el dolor de los otros “Sepan, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de las lágrimas” […] “Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación y a confiar únicamente en la recompensa del Padre “que ve en lo secreto”.
  3. Reconocer quiénes somos. La esperanza requiere el reconocimiento de quiénes somos y esto implica pedir misericordia y ser misericordiosos. Escuchemos al papa “Pidamos misericordia, Jesús es claro: «sed misericordiosos como tu Padre es misericordioso”. “[…] cuando uno aprende a acusarse a sí mismo es misericordioso con los demás”. Y puede decir: “Pero ¿quién soy yo para juzgarlo, si soy capaz de hacer cosas peores?” […] “¿quién soy yo para juzgar al otro?” Insiste el papa “cómo nos gusta juzgar a los demás, hablar mal de ellos”. Sin embargo, el Señor es claro: “no juzgues y no serás juzgado; no condenes y no serás condenado; perdona y serás perdonado”. Es un camino ciertamente “no fácil”, que “[…] inicia con la acusación de uno mismo, inicia con esa vergüenza delante de Dios y con la petición de perdón a Él: pedir misericordia”. Precisamente “[…] de ese primer paso se llega a esto que el Señor nos pide: ser misericordiosos, no juzgar a nadie, no condenar a nadie, ser generosos con los demás”.
  4. Orar… orar y orar. La esperanza se fortalece desde la oración. Insiste “La Iglesia invita a la oración continua por los propios seres queridos afectados por el mal. La oración por los enfermos no debe faltar nunca. Es más, debemos rezar aún más, tanto personalmente como en comunidad. Pensemos en el episodio evangélico de la mujer cananea (cf. Mt 15, 21-28).
  5. Entregarse generosamente. La esperanza se organiza desde la entrega generosa. Enfatiza “Donándose, el hombre vuelve a encontrarse a sí mismo con su verdadera identidad de hijo de Dios, semejante al Padre y, como Él, dador de vida, hermano de Jesús, del cual da testimonio”. La invitación es a ser discípulo misionero en salida. Dijo el papa “Eso es evangelizar, esa es nuestra revolución –porque nuestra fe siempre es revolucionaria, ese es nuestro más profundo y constante grito”.
  6. Con fe y astucia… soñar. Para organizar la esperanza ¿qué se necesita? “Se necesita fe y astucia. Que Dios nos conceda acoger su llamada con alegría y esperanza, en este momento difícil de nuestra historia” Y se necesita “[…] soñar para no dejarte robar la esperanza.” […] “Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder, pero suéñalas, deséalas, busca horizontes y ábrete a cosas grandes”. “[…] ha llegado el momento de tomarnos un tiempo para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar, de forma personal y comunitaria; un tiempo privilegiado para prepararnos al día del Señor”.

Querida comunidad universitaria, que este año que iniciamos sea al año de la esperanza. mantengamos la esperanza enraizada en nuestra confianza en Dios padre, en Jesús el hermano, encarnación de Dios, y en el Espíritu Santo vivificador. ¡Nos acercamos al nuevo año de la mano de la Virgen María, la virgen de la esperanza y le presentamos nuestros anhelos, ilusiones y sueños! ¡El bien es posible! Porque así Dios, quien nos ama profundamente, lo quiere. A la mayor gloria de Dios.

Angie y yo les deseamos ¡Muchas felicidades!

 

 

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