Educadora de corazón y custodia de la lengua

Reconocen la trayectoria de la Prof.ª Olga Bizoso como parte de la celebración de la Semana de la Lengua

 

La Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico y el Departamento de Estudios Hispánicos celebraron   la lengua española y la cultura puertorriqueña mediante una serie de eventos que compuso la Semana de la Lengua. El evento fue dedicado a la Prof.ª Olga Bizoso, catedrática retirada del Departamento de Estudios Hispánicos y editora de la Oficina de Prensa y Comunicaciones de la PUCPR.

Indudablemente la “Profe”, como cariñosamente la llama el equipo de Prensa, es digna merecedora de este reconocimiento pues es una educadora de corazón y custodia de la lengua. Su amor por la lengua y su uso correcto, día a día la impulsa a autoeducarse para conocer y estar al tanto de las novedades del español, conocimiento que no titubea en compartir, aplicar y defender a capa y espada: su idioma.

“Nuestros jóvenes muchas veces cargan estandartes como soy de aquí como el coquí o soy boricua pero he comprobado, por mi experiencia en el salón de clases,  que muchas veces esa identidad no está clara y esa identidad, entiendo yo, la define el lenguaje. Tenemos que sentirnos orgullosos del español, de hablarlo bien y de escribirlo bien porque es una manera de homenajear lo que nos hace pueblo. El español es lo que me define a mí como puertorriqueña y es lo que define a nuestro pueblo” manifestó Bizoso.

Sobre su sentir respecto a este reconocimiento la educadora sostuvo que “las palabras me faltan y eso no es frecuente en mí. Han sido unas muestras de afecto y de cariño que han llegado de tantas maneras y que hacen de este día uno irrepetible. Me ha traído gran satisfacción ver a mis compañeros de tantos años, los que han podido venir haciendo sacrificios o los que han estado presentes a través de sus mensajes. Estoy cargada de emociones”.

Por su parte la Dra. Ivelisse Collazo, directora del Departamento de Estudios Hispánicos expresó “Este reconocimiento es bien merecido. La Prof.ª Bizoso es un baluarte, no solo para el Departamento de Estudios Hispánicos si no para la Institución. Lleva más de 50 años trabajando incansablemente como profesora, editora, como madre y como compañera de todos nosotros. Ella es un ejemplo a seguir, muy bondadosa y tiene todo lo que es bonito en un ser humano”.

Durante el reconocimiento la Prof.ª Bizoso estuvo acompañada de sus hijos, entre ellos Gwendolyne Montilla Bizoso.  “Ella tiene un corazón de oro y según lo ha dedicado a su familia también lo ha dedicado a la Universidad que es su segunda familia. Ella siempre nos inculcó el amor por La Católica y por sus compañeros” expresó su hija.

“Este evento es un reconocimiento a nuestra identidad como puertorriqueños, latinoamericanos y caribeños. El que esta actividad se le esté dedicando a la querida amiga, la Prof.ª Olga Bizoso es extraordinario. Yo reconozco que yo la conocía de referencia cuando comencé como presidente hace 13 años, pero en este tiempo la he conocido mucho y he aprendido a quererla mucho. Ella es la encargada de revisar todos nuestros escritos que se publican y no salen de aquí si no pasan por sus manos. Con el cariño, con la atención, con la delicadeza que ella purifica estos escritos. Es un honor tenerla con nosotros. Agradezco el servicio generoso que hace a la Universidad. Es un gran valor en nuestra Universidad” indicó el Dr. Jorge Iván Vélez Arocho, presidente de la PUCPR

La Semana de la Lengua se celebró del 19 al 21 de abril de 2022.

 

 Conoce la trayectoria de la Profa. Olga Bizoso

Ponencia de la Profa. Olga Bizoso
Una confidencia… una propuesta

Comenzaré por agradecer al Departamento de Estudios Hispánicos y a su directora, la Dra. Ivelisse Collazo, que hayan decidido distinguirme dedicándome la Semana de la Lengua Española. Una celebración que reconoce el valor histórico y cultural del español que es la lengua oficial de 22 países y cuenta con sobre 580 millones de hablantes en el mundo.  El valor histórico y cultural del español en Puerto Rico ha sido defendido y reafirmado por los puertorriqueños, con legislación,  en las cortes, pero también en las calles, cuando gritamos estribillos preñados de indignación o de dolor, cuando soñamos, cuando nos enamoramos, cuando nos unimos a Roy Brown cantando los versos de Corretjer “Cuando me dijo el corazón – Afuera, frente a la reja carcelaria espera verte inútilmente tu Consuelo, pensé, eso que piensa aquel que la mirada tiene hundida en la noche de la nada y quiere ver el cielo”; e igualmente cuando entonamos “desde que nacimos, nuestra mancha de plátano salió del mismo racimo, somos hermanos del mismo horizonte, todos nos criamos en la falda del monte” (René Pérez, Los hijos del cañaveral,). El español es lo que me define a mí como puertorriqueña, es lo que nos define como pueblo.  Y lo dice una que fue víctima de un proceso de transculturación intenso, aunque nunca viajé en la guagua aérea.

El título de este trabajo es Una confidencia…una propuesta

Comencemos con la confidencia

Cuando leí por primera vez el ensayo autobiográfico Pulseando con el difícil de Ana Lydia Vega, me dije “Olga, encontraste a tu alma gemela”.  Solo nos separaba el color de los uniformes: el de ella verde, el mío marrón.  Ella y yo éramos, como bien afirma Vega “los niños mimados del ELA con una conflictiva y apasionada love-hate relationship con el idioma que nuestro pueblo, entre temeroso y reverente, ha apellidado el difícil”.

Mi experiencia con el inglés estuvo a años luz de la experiencia entre Tellito y el maestro don Peyo de Abelardo Díaz Alfaro.  Nada de practicar cómo cantaba el gallo ya que, dicho sea de paso, en la zona urbana no abundaban los gallos.  Por el contrario, aquellas monjas de la Orden de Servidoras del Corazón Inmaculado de María de Michigan llegaron dispuestas a zambullirnos sin salvavidas en el inglés.  Un currículo en el que todas las clases eran en inglés, salvo la de español que solo se ofrecía 3 veces en semana.

En escuela superior yo soñaba con poderle decir al amor de mi vida, “How do I love thee?, Let me count the ways”.  En realidad al amor de mi vida no le hubieran impresionado los versos de Elizabeth Brett Browning porque su inglés era muy patriótico, pero sí le impresionaron, y mucho la vez que cité los versos de Julia “Si fuera todo mar para nunca salirme de tu senda, si Dios me hiciera viento para siempre encontrarme por tus velas” (Proa de mi velero de ansiedad, Burgos J.)

Pero volviendo a mi proceso de transculturación, este no se limitó, como señala Ana Lydia en su ensayo, al aprendizaje de una lengua.  Se trató de sutilmente infiltrar en nuestro cerebro que el español nos ataba al subdesarrollo, estancaba nuestro crecimiento, mientras que el inglés era el pasaporte al progreso, la lengua de las ciencias, de la tecnología.  Con esa visión despuertorriqueñizada entré a la Universidad. Y ahí tuve el encuentro que me traería a este momento.  Mi primera lectura en un curso básico fue El túnel de Ernesto Sábato y aquella primera línea “Bastará saber que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne” esa línea me atrapó y no me soltó hasta aquel final “y los muros de este infierno serán así, cada vez más herméticos.” Ya luego no me detuve, leía lo que me asignaban y mucho más, declaré especialidad en español en contra de mi consejera académica que, al igual que las monjas, pensaba que, una especialidad en inglés sí me abriría puertas, no así si estudiaba español. Ignoré a la consejera y, al terminar mis estudios graduados, fui contratada por La Católica para dar clases de español.  Les confieso que los primeros años me avergonzaba de que mis compañeros del Departamento supieran de mis “antecedentes”, sentía que eso me desmerecía.  Con el pasar de los años, sin embargo, igual que Ana Lydia Vega afirma en su ñapa pugilística al final de su ensayo, me reconcilié con el inglés y hago mías las palabras finales de ella:

“Hoy puedo decir, con agradecimiento y sin rencor, que no me arrepiento de nada: ni de haberte conocido desde pequeña, ni de ser pura cepa rebelde de esta isla amada”.  Terminada mi confidencia, veamos mi propuesta.

La propuesta

Es en ese proceso de reconciliación que comienzo a acercarme a un grupo de novelistas, cuentistas, ensayistas y poetas que, muchas veces, en las clases de español, los estudiantes apenas conocen, y si lo hacen es superficialmente, me refiero a la literatura puertorriqueña de la diáspora.  Y cuando hablo de la literatura puertorriqueña de la diáspora, no me refiero a José Luis González, a Pedro Juan Soto, a Emilio Díaz Valcárcel o a otras grandes e indiscutibles figuras de la literatura puertorriqueña.  Estos y otros de su generación, han sido escritores formados aquí en Puerto Rico que, en un momento de su vida, y por distintas razones o por las mismas razones, decidieron autoimponerse el exilio, unos por más tiempo que otros.  Cuando hablo de la literatura puertorriqueña de la diáspora quiero referirme a esos que publican a partir de la década del 70 y que escriben en español, pero también escriben en inglés, y en muchas ocasiones en espanglés o spanglish. Una generación que el reconocido poeta niuyorriqueño Tato Laviera sintetiza en el título de su poemario más difundido La carreta made a U-turn. (La carreta viró en U).  Unos poemas que recogen el dolor de los que no regresan, (como sí lo hicieron los personajes de La carreta), porque sus vidas han echado raíces en Nueva York, o en como se llame la ciudad en la que viven, que han nacido o han crecido, en muchos casos, con un pobre dominio del español, porque se han aculturizado socialmente.  La pregunta es ¿Qué hacemos con ellos? ¿Los ignoramos?¿Continuamos manteniéndolos al margen de nuestras clases de español? ¿Son escritores puertorriqueños, aunque escriban en inglés?

En la revista de análisis cultural Kamchatka, que busca entre otros objetivos, crear nuevas dinámicas culturales, el Dr. Endika Basáñez Barrio (doctor en Literatura Comparada y Estudios Literarios del País Vasco) publica en 2017 una entrevista al Dr. Fernando Feliú Matilla, profesor, historiador e investigador de la UPR.  Al preguntarle si la literatura de la diáspora la ve como parte de la historia de la literatura puertorriqueña o más cercana a la literatura angloestadounidense, Feliú Matilla responde “Yo la veo más próxima a la literatura puertorriqueña, es literatura puertorriqueña” y añade “(…)creo que son textos de difícil clasificación, pero de igual modo  creo que es literatura puertorriqueña”.  Más adelante Feliú amplía su respuesta comparando dos textos: “El contemplado de Pedro Salinas… ¿Está escrita en Puerto Rico? Sí.  ¿El objeto es puertorriqueño? Sí.  ¿Es literatura puertorriqueña? …sí, aunque esté escrita por un español”.  Por otro lado, señala “…en el caso de La muñeca de Eulate Sanjurjo, ella es puertorriqueña, sin embargo, la novela no dice absolutamente nada, la palabra Puerto Rico ni aparece en la novela.  ¿Es literatura puertorriqueña?  Sí, por la autora, pero no por el contenido.”

Siguiendo esa línea, cuando leemos la producción de la literatura de la diáspora puertorriqueña, abundante en todos los géneros: teatro, narrativa, poesía, ensayo, vemos que están unidos, justamente, por el angustioso dilema de ese puertorriqueño que no logra ni desea sacudirse de sus raíces.  Ellos merecen ser oídos, merecen ser conocidos.

No podemos, en el corto tiempo de esta exposición, hacerles justicia a todos.  Así que solo mencionaremos algunos sin  olvidar, por supuesto, nombres como el de Miriam Colón, un ícono de la historia del teatro hispano en Nueva York y que fundó el Teatro Rodante Puertorriqueño, en cuyo escenario, una de las primeras obras presentadas fue La carreta de R. Marqués.  En promociones recientes está el dramaturgo José Rivera, cuya obra “The House of Ramón Iglesia”, basada en su historia y la de su familia como puertorriqueños en Estados Unidos fue interpretada en una película del Public Broadcasting System (PBS). También de él es el guion de la película sobre el Che Guevara The Motorcycle Diaries.  La Gringa, premiada con el Obie Award  de la dramaturga Carmen Rivera habla sobre la identidad de una puertorriqueña en la diáspora y el dilema que enfrenta ya que en la Isla la consideran gringa, pero en Estados Unidos no la consideran americana.  Quiara Alegría Hudes, quien ha ganado el premio Pulitzer en dos ocasiones: primero por sus memorias My broken Language: A memoir y por su obra teatral Water by the Spoonful, Elliot a soldier´s fugue drama sobre un veterano puertorriqueño de la guerra de Irak.

Esmeralda Santiago publica Cuando era puertorriqueña (1994) y, aunque cuenta su historia, esa también es la historia de miles de inmigrantes que buscan, como afirma la madre de Esmeralda,“el lugar que se dicen está tan lleno de promesas como el Dorado de Ponce de León”.

Pedro Pietri, ponceño, se fue de la Isla a los 3 años, escribe versos que pintan el drama de la desigualdad social, los prejuicios y el racismo que enfrenta ese puertorriqueño que vive lejos de su patria.  Su poema más famoso Obituario puertorriqueño, recoge el dolor del que se va en busca de un sueño que termina enterrado junto con él.        

Here lies Juan
Here lies Miguel
Here lies Milagros
Here lies Olga
Here lies Manuel
who died yesterday today
and will die again tomorrow
Always broke
Always owing

Never knowing
that they are beautiful people

Y el orgullo por una abuela que no claudica

Tata, mi abuela  / Has been in this department store / Called America / For the past twenty five years / She is eighty years old / And does not speak a word of English /That is intelligence.

En la poesía de la diáspora  encontramos también el lirismo de Víctor Hernández Cruz que se mudó a Nueva York a los 5 años y comenzó a  escribir poesía a los 17. Versos que huelen a tierra, a cultivo,   “Jobos de poesía de guanábana / Madrigales de papaya / Haikus de lima en su momento perfecto / A través de abundantes raíces de maracuyás / Junto a enciclopedias de panapén / Saludando el aire”.

Esta es solo una muestra de la producción literaria de los puertorriqueños en la diáspora.  Mi propuesta es que nuestros jóvenes conozcan sus voces.  Voces que, en español, en inglés o en espanglés, viven su tierra, aunque no vivan en su tierra. La carreta made a U turn del reconocido poeta, Tato Laviera, une su voz a esta propuesta en sus versos

yo peleo por ti, puerto rico, ¿sabes?
yo me defiendo por tu nombre, ¿sabes?
entro a tu isla, me siento extraño, ¿sabes?
entro a buscar más y más, ¿sabes?
pero tú con tus calumnias,
me niegas tu sonrisa,
me siento mal, agallao,
yo soy tu hijo,
de una migración,
pecado forzado,
me mandaste a nacer nativo en otras tierras,
por qué, porque éramos pobres, ¿verdad?
porque tú querías vaciarte de tu gente pobre,
ahora regreso, con un corazón boricua, y tú,
me desprecias, me miras mal, me atacas mi hablar,
mientras comes mcdonalds en discotecas americanas,
y no pude bailar la salsa en san juan, la que yo
bailo en mis barrios llenos de tus costumbres,
así que, si tú no me quieres, pues yo tengo
un puerto rico sabrosísimo en que buscar refugio
en nueva york, y en muchos otros callejones
que honran tu presencia, preservando todos
tus valores, así que, por favor, no me
hagas sufrir, ¿sabes?

Permitamos que nuestros jóvenes conozcan sus voces, conozcan a ese otro Puerto Rico que canta y también baila salsa, quizá en la azotea del algún edificio mientras se dice “…pensé en Puerto Rico y en los viejos y en todo lo que dejamos allá nada más que por necesidad, pensé tantas cosas que algunas ya se me han olvidado, porque tú sabes que la mente es como una pizarra y el tiempo como un borrador que le pasa por encima cada vez que se nos llena. Pero de lo que sí me voy a acordar siempre es de lo que le dije yo entonces a doña Lula, que es lo que te voy a decir ahora para acabar de contarte lo que tú querías saber. Y es que, según mi pobre manera de entender las cosas, aquélla fue la noche que volvimos a ser gente” .

Gracias.

 

 

Departamento de Estudios Hispánicos de la PUCPR celebra Semana de la Lengua Española

Poesía, drama, narrativa compartieron espacios en la fiesta de la lengua

 

“El Departamento de Estudios Hispánicos reconoce la importancia de celebrar la Semana de la Lengua Española y nuevamente hemos reafirmado nuestro compromiso de difundir nuestra cultura y el orgullo que sentimos por nuestra lengua.  Agradezco el esfuerzo de todos los que hicieron posible que la Semana de la Lengua Española fuera una celebración en grande” afirmó la Dra. Ivelisse Collazo, directora del Departamento de Estudios Hispánicos.

La apertura de los actos y la dedicatoria a la profesora Olga Bizoso estuvo magistralmente acompañada por el Grupo Isleño de Juana Díaz, quienes en décimas entonaron una hermosa reflexión.  Por la tarde, el colectivo poético Jacaguax también de Juana Díaz sirvió de marco a los poemas de Virgilio Cruz de su poemario ¨Échale compay¨.  El compositor juanadino compartió sus versos que forman parte del arte folclórico de Puerto Rico.

El miércoles, 20 de abril el Dr. José Iván González Robles disertó sobre “Las mujeres de Lorca” añadiendo nuevas dimensiones a los personajes femeninos lorquianos.  El jueves en la mañana, el Dr. José Víctor Madera presentó el poemario del profesor retirado de la PUCPR, Dr. José Juan Báez Fumero Del viento y las hojas.  Este es un conjunto de la poesía que escribió Báez Fumero entre 1990 y 2020.  Aunque algunas inéditas, muchas forman parte de publicaciones anteriores como Así como el alma, Rayo de luna, De la luz en tu mirada, entre otras.  Poemas que consagran a su autor con el acertado título que le adjudicara el Dr. Madera: “Báez Fumero es el poeta nacional de Puerto Rico”.

Cerró las festividades la presentación del libro La reina mora de la doctora Julia Cristina Ortiz.  Este cuento folclórico invita a reflexionar los conflictos de género y raza que enfrenta la protagonista y que continúan vivos en la cultura puertorriqueña. Y posterior a la presentación de La reina mora el Círculo Literario Revolución Expresiva asociación estudiantil del Departamento de Estudios Hispánicos que estimula el estudio y producción de la literatura, presentó sus escritos.  Voces jóvenes que expresan en verso, en narrativa o en drama sus deseos, sus ilusiones, sus sueños.  Los acompañó el Dr. José Raúl Feliciano, quien también leyó un poema de uno de sus más recientes poemarios Crescent City.

 

 

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