La PUCPR revive el honor de la visita de Madre Teresa

La monja, que fue declarada Santa, visitó la Universidad en 1986 para recibir un Doctorado Honoris Causa.

Redacción

Cuando la Madre Teresa de Calcuta visitó  Puerto Rico en 1986 para recibir un doctorado Honoris Causa de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (PUCPR),  su increíble humildad, provocó que la efusividad de sus seguidores la turbara.  Luego de treinta años, la PUCPR revive su experiencia con la comunidad universitaria, ante el hecho que será declarada Santa por el papa Francisco este domingo en un evento de júbilo para la Iglesia Católica y sus millones de fieles alrededor del mundo.

Madre Teresa de Calcuta con el entonces presidente de la PUCPR, padre Tosello Giangiacomo.

Madre Teresa de Calcuta con el entonces presidente de la PUCPR, padre Tosello Giangiacomo.

La PUCPR le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Humanidades en el 1981, pero no pudo viajar a la región del Caribe hasta el 1986, explicó el presidente Jorge Iván Vélez Arocho, quien destacó la relevancia espiritual y la profundidad de sus palabras durante su visita a la Isla.

“Madre Teresa de Calcuta entendió claramente la centralidad de la misericordia de Dios en la experiencia cristiana. Con motivo de su canonización el 4 de septiembre de 2016 hemos querido volver a publicar su mensaje a la comunidad universitaria en su visita a la PUCPR el 5 de julio de 1986. Una visita entrañable en la vida de tantas personas que tuvieron el privilegio de verla y escucharla. El Padre Tosello Giangiacomo, presidente de la Universidad para esa época destacó un valor muy importante “La Madre Teresa tiene tiempo para todo y su vida de oración contemplativa es impresionante. Horas de adoración frente al Santiìsimo y despues de recibir la Comunión, ella es toda una irradiacíón del mundo sobrenatural, una custodia viva… como deberíamos ser todos”, relató el Dr. Vélez Arocho.

Durante su visita de dos días en julio, Madre Teresa fue recibida por el entonces gobernador Rafael Hernández Colón y su esposa la fenecida primera dama Lila Hernández Mayoral.  Madre Teresa tuvo la oportunidad de ver la Isla desde un helicóptero, según documentos de esa época.

Madre Teresa de Calcuta en la PUCPR.

Madre Teresa de Calcuta en la PUCPR.

En su mensaje ante estudiantes, la facultad y el clero, Madre Teresa habló de la fe, la paz y la necesidad del amor de Dios para servir a la patria. “Si ustedes y yo deseamos la paz, comencemos primero a amarnos los unos a los otros en nuestra propia familia.  El amor comienza en el hogar”, dijo en su mensaje.  Además, utilizando pasajes de la biblia, la Madre Teresa,  en su mensaje a los estudiantes indicó que “el hambre no es solamente necesidad de pan; hambre es estar necesitado de amor, de ser deseado, de ser amado.  Hambre es estar necesitado de la Palabra de Dios.  Estar desnudo no es solamente necesitar una pieza de ropa.  Desnudez es además la pérdida de ese hermoso regalo de Dios: la dignidad humana”.

Madre Teresa, cuyo nombre verdadera era Agnes Gonxha Bojaxhiu Skopje, nació en Albania, actual Macedonia, en el 1910 y murió en Calcuta, 1997.  Por su servicio a los más pobres y su devoción a la justicia fue nacionalizada india, y por su trabajo humanitario caracterizado por sus votos de pobreza, en el 1979 recibió el premio Nobel de la Paz.  Su legado de hacer el bien y de ayudar a los desamparados se concretó a través de la fundación de la congregación de las Misioneras de la Caridad, que cuenta con más de quinientos centros en un centenar de países alrededor del mundo. A nivel mundial, la religiosa cuenta con la admiración de generaciones. La orden que fundó, cuyo objetivo es ayudar a “los más pobres de los pobres”, es solo parte de su gran legado, dijo el Dr. Vélez Arocho.

El impacto más relevante de esta Santa es que fue una inspiración, un ejemplo real de la fe, la generosidad, la abnegación y la entrega a los demás, algo que aún en nuestros tiempos no pierden pertinencia.

En su visita a Puerto Rico la Madre Teresa planteó que, “el fruto del silencio es la oración.  Necesitamos estar solos para poder escuchar a Dios, porque Dios habla en el silencio del corazón y entonces nosotros le hablamos a Dios desde lo más profundo de nuestro corazón.  El fruto del silencio es la oración, y el fruto de la oración es la profundización de la fe; porque sin fe no podemos amar.  El fruto de la fe es el amor, y el fruto del amor es el servicio, y el fruto del servicio es la paz.  Las obras de amor son siempre obras de paz”.

 

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