Pionera conquista España

Juliana Nieves Graulau cuenta su experiencia como estudiante intercambista.

 

Juliana, siempre ha tenido claras sus metas académicas y entre estas metas estuvo el vivir la experiencia como estudiante intercambista, ¿su destino? la Fundación Ortega y Gasset- Marañon en Toledo, España. La Pionera, que estudia el Bachillerato en Ciencia Políticas y Derecho con una concentración mayor adicional en Recursos Humanos, también forma parte del Programa de Honor Institucional. Contrario a lo que algunos crean, sí es posible continuar siendo parte de este programa y mientras se cumple con el sueño de estudiar en el extranjero.

“Desde que solicité al programa de intercambio estudiantil, supe que sería un gran reto el cumplir con mis responsabilidades como estudiante del Programa de Honor. Sin embargo, tan pronto tuve el horario de mis clases, me organicé para cumplir con las clases presenciales, las online y el programa. El Dr. Arvin Báez, director del programa, nos provee un calendario con las fechas y actividades que tendremos durante el semestre por lo que en mi agenda separé esos días y me excusé con anticipación por aquellas actividades presenciales a las que no podría asistir. La diferencia de horario representó un reto más, ya que cuando me conectaba a los encuentros o reuniones era un poco tarde en España. Fue pesado, pero no imposible. Los beneficios que recibo al ser parte del Programa de Honor siguieron siendo los mismos estando allá en España, obviamente, por mi parte seguí cumpliendo con los requisitos que estos exigen para recibirlos” narró Juliana.

De su experiencia en España Juliana atesora la labor comunitaria que realizó con la organización Red Alimenta en la que estuvo totalmente activa. “Esta fue una de las mejores experiencias que pude vivir durante mi estancia en Toledo. Esta organización se dedica a canalizar los excedentes de alimentos en colegios, fundaciones, hospitales y restaurantes y los hace llegar por medio de voluntarios a familias de escasos recursos o que necesiten de estos alimentos. Personalmente tuve el honor de visitar a dos familias. Una de ellas, se quedó con mi corazón. Los visitaba todos los lunes y era lo necesario para empezar cada semana con fuerzas y mucha alegría. De esta experiencia aprendí más de lo que imaginaba. Obtuve más yo de ellos que lo que cada lunes les llevé” sostuvo.

Por si fuera poco, su afán de conocer otras culturas no se limitó a su convivencia en España, si no que también visitó Portugal y Marruecos. Para lograr estos viajes Juliana se preparó económicamente para lograrlo. “Como estudiante al fin, entre ahorros y la ayuda de mis padres, fui con un presupuesto delimitado para esos 5 meses que pasaría allá. Ya sabía de antemano que al vivir en la Fundación tendría las 3 comidas incluidas y el alojamiento por lo que era una preocupación menos. Las primeras semanas creé un documento tipo presupuesto en donde apunté 3 categorías: viajes, personal incluyendo meriendas, higiene, artículos personales, entre otros, y salidas. Y basado en lo que había gastado esas primeras 2 semanas apunté en la columna de personal cuánto gastaría por mes. En la columna de viajes destiné una cantidad mayor de dinero y con los destinos que quería visitar. Y en salidas, pues, cuánto gastaría cada semana en buses, comidas fuera de la Fundación, bares, discotecas, taxis, museos y actividades de recreación y ocio. Este método me funcionó bastante bien. De hecho, me sobró dinero” indicó.

Juliana reconoce que el apoyo brindado por la Oficina Institucional de Relaciones Internacionales, en especial de su director Joel Vélez y de María Reyes, fue fundamental para su experiencia internacional. “Hicieron todo lo necesario y posible para que yo pudiera hacer el intercambio. Desde el papeleo, la comunicación con la Fundación, la convalidación de créditos, las clases, en fin, todo lo que se necesitaba. Siempre estuvieron pendientes de mí mientras estuve allá. Definitivamente, sin ellos no hubiese sido posible” expresó.

“Los 5 meses en los que estuve de intercambio fueron y serán los mejores de mi vida. Además de aprender muchísimo, conocer, viajar y disfrutar, tuve el tiempo de conocerme y definir qué quiero hacer. El estar lejos y vivir otra cultura me permitió darme cuenta de lo que soy capaz y de establecer nuevos retos en mi vida profesional y personal. A veces nosotros los estudiantes tenemos planes muy cuadriculados y ‘perfectos’ de lo que queremos hacer, pero no nos sentamos a experimentar nuevas cosas que podrían ser mejores de lo que hubiéramos pensado. Toledo y lo que viví ahí cambió mi vida en la forma más positiva que puedan imaginar. Gané conocimiento, amistades increíbles. Todo fue ganancia. Si pudiera vivir un intercambio nuevamente, no lo pensaría dos veces” concluyó.

 

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