Herramientas emocionales ante el azote de Fiona

Ante la emergencia que vive el país tras el azote del huracán Fiona, la directora de la Clínica Interdisciplinaria de Servicios a la Comunidad de la PUCPR, Dra. Ada Kercadó Robles, comparte herramientas para manejar las emociones.

 

Respuesta emocional luego de un evento de desastre natural

 

Cuando nos enfrentamos a un desastre a causa de un evento atmosférico, las emociones se intensifican como un mecanismo de respuesta a la situación de emergencia que se enfrenta. Los esfuerzos de primera respuesta inmediata van dirigidos a salvaguardar la seguridad física de las personas afectadas por el desastre. En esos esfuerzos es importante atender las necesidades emocionales de los sobrevivientes, quienes están manejando sentimientos de pérdida y duelo. Si conocemos sobre las reacciones esperadas, el por qué de esas reacciones, recomendaciones generales sobre el manejo de las emociones y dónde buscar ayuda, estaremos promoviendo una adecuada atención a nuestro bienestar emocional en situaciones de emergencia.

 

Reacciones que podemos experimentar

 

Luego del evento atmosférico, es predecible que las personas experimenten episodios con altos niveles de estrés:

 

  • emociones intensas: coraje, tristeza, frustración, desesperanza, miedo, sentimientos de culpa y/o vergüenza, pérdida de energía e irritabilidad, entre otros.
  • síntomas físicos: dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, pérdida de apetito, dolores musculares, insomnio, cansancio, aumento en el consumo de alcohol, tabaco y/o drogas, entre otros.
  • cambios en los patrones de pensamiento: dificultad para concentrarse o recordar cosas, dificultad en el proceso de toma de decisiones, confusión, preocupación excesiva, dificultad para expresarse o para entender a los demás, entre otros.

 

Estas reacciones pueden experimentarse de manera inmediata. Si los síntomas se intensifican y se experimentan en una mayor frecuencia, por un tiempo prolongado, y se dificulta el funcionamiento acostumbrado al realizar nuestras actividades, se recomienda buscar ayuda.

 

Por qué reaccionamos de esta manera

 

Como sobrevivientes, reaccionamos a una situación de emergencia. Estas reacciones pueden estar relacionadas a:

  • la pérdida de bienes materiales o daños a la propiedad,
  • acceso limitado a servicios y bienes básicos: luz, agua, telecomunicaciones, comida, servicios médicos y de salud mental,
  • poco o limitado acceso a familiares y/o seres queridos,
  • procesos de pérdida y duelo ante la muerte de seres queridos,
  • memorias emocionales a eventos de desastre que hemos vivido previamente.

 

La coordinación de servicios y de ayuda se puede complicar, en proporción a la magnitud del evento atmosférico. La ayuda ciudadana y el voluntariado son esfuerzos muy valiosos que permiten un alcance más rápido en las comunidades. La colaboración en estos esfuerzos de impacto comunitario deben considerar las necesidades emocionales de las personas a quienes alcanzan para brindarles esa primera ayuda.

 

Qué podemos hacer

 

Ante la situación de emergencia que vive el país, debemos encontrar la manera de adaptarnos, partiendo desde el respeto y la empatía, de acuerdo con lo que podamos hacer y sobre lo que tengamos control. La situación impacta a cada persona de manera diferente. Al respetar estas diferencias, abrimos un abanico de posibilidades para poder identificar las necesidades más apremiantes y nos permite tomar acción sobre lo que tenemos control. 

 

  • Evalúa seguridad: evaluación de daños inminentes y en los alrededores,  albergue/refugio, alimentación,  atención a condiciones médicas / salud mental, transportación, entre otros.
  • Autocuidado: necesitamos darnos tiempo para adaptarnos dentro de la situación de emergencia. La situación es difícil y cada uno la percibe desde su necesidad y realidad. 
  • Habla sobre lo que sientes: normaliza y valida tus emociones. 
  • Procura espacios de retiro y de descanso: desconectarse, de manera saludable, nos permite recobrar energías, reenfocar nuestras ideas y nos ayuda a ganar una nueva perspectiva hacia la situación. 
  • Busca y ofrece apoyo: conecta con otros. Evita aislarte de los demás. Acércate a quien tengas más de cerca y regálale tu tiempo y tu escucha, sin juzgar ni criticar. 
  • Practica y promueve el voluntariado. Colabora con otros en los esfuerzos de recuperación.
  • Sé flexible: en situaciones de emergencia, las rutinas y actividades diarias cambian. Presta atención hacia aquello sobre lo que tienes control en el aquí y el ahora, dentro de tu realidad y circunstancias actuales. 
  • Cuida tus pensamientos: en momentos de crisis, los pensamientos negativos pueden nublar nuestro juicio. 
  • Practica alguna actividad o tarea que te ayude a relajarte: camina, mueve el cuerpo, escucha música, medita, observa la naturaleza, realiza ejercicios de respiración.
  • Presta atención a tus necesidades emocionales: las situaciones de desastres naturales siempre vienen acompañadas de un costo emocional. Todas las emociones son válidas, pero hay que estar atentos para que no nos limiten o dificulten nuestras acciones en el proceso de recuperación inmediata.

 

Dónde buscar ayuda:

  • Emergencias: 911
  • Línea PAS (24/7): 1-800-981-0023
  • Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico: (787) 841-2000

Colegio de Ciencias de la Conducta y Asuntos de la Comunidad

 

  • Clínica Interdisciplinaria de Servicios a la Comunidad: Ext. 2414 / cisc@pucpr.edu
  • Programa de Integración y Calidad de Vida: Ext. 1406 / picv@pucpr.edu
  • Programa para el Manejo de Pérdidas y Duelo: ext. 1414 / manejoperdidas@pucpr.edu

 

            Vicepresidencia de Asuntos          Estudiantiles

  • Centro de Orientación y Consejería Profesional: ext 1474; consejeria@pucpr.edu
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