Modificación de conducta para los niños

La constancia es clave en el proceso de moldear el comportamiento.

En muchas ocasiones, los padres solicitan orientación en cuanto a cómo modificar la conducta de su hijo o hija. Esta inquietud, muy válida, responde a la interrogante de muchos padres sobre cómo lograr que sus hijos tengan un comportamiento apropiado. Pero, ¿qué es una conducta apropiada? Todo va a depender de la etapa de desarrollo del niño, el estilo de crianza de los padres, las características y necesidades individuales de los niños y  las expectativas de conducta que los padres tengan para  sus hijos.

“Un aspecto esencial es cuánto conocemos a nuestros hijos. En primer lugar, debemos estar conscientes de en qué etapa de su desarrollo están. Este factor es indispensable para que las estrategias que se consideren respondan a la etapa de desarrollo del niño.   Luego, debemos identificar cuál es la conducta que deseamos modificar” explica la profesora Ada Kercadó, directora de la Clínica Interdisciplinaria de Servicios a la Comunidad. La experta señaló que al hablar de conducta debemos hacerlo en singular, pues es más recomendable trabajar con un comportamiento específico que trabajar con varios a la vez. “Lo ideal sería poder trabajar con nuestros hijos desde pequeños, de modo que poco a poco vayamos implementando las estrategias según surjan las necesidades” añadió Kercadó.

De igual modo, recomienda que se debe tomar en cuenta si los hijos padecen de una condición de salud, si tienen algún impedimento o si están diagnosticados con alguna condición. “Esto es un factor muy importante  que nunca debe ser pasado por alto. Hay que recordar que, aunque como adultos identificamos las conductas que queremos mejorar en nuestros niños, sus características y necesidades particulares deben considerarse” recomendó la Directora.

Otras características que deben tomarse en cuenta son la personalidad, el temperamento, el manejo y el control de las emociones, la tolerancia, el manejo del coraje y de la frustración. También es importante conocer cuáles son sus fortalezas y debilidades.  “Esta evaluación deber ser de parte de los padres hacia sus hijos, pero debe haber también una autoevaluación de nosotros como padres. La modificación de conducta requiere que seamos constantes y, si como padres, no identificamos nuestras fortalezas y debilidades, no importa cuán bien recomendada sea la estrategia, podríamos fracasar con ella” sostuvo la experta.

El siguiente paso, luego de la evaluación, es identificar la razón por la que se desea  que los hijos modifiquen esa conducta particular. “Debemos ser cautelosos en este punto porque a veces queremos que nuestros hijos se comporten de una manera y nosotros, como padres, no somos el mejor modelo. Hay que recordar que nuestro modelaje es una de las mejores estrategias que tenemos para con nuestros hijos” indicó Kercadó.

Una vez determinada la conducta a mejorar, se deben identificar los refuerzos o recompensas que se quieran incluir en el plan de modificación de conducta. La recompensa positiva o el refuerzo negativo deben ayudar a que el niño mejore su conducta. Por lo tanto, no se debe considerar sólo una recompensa o consecuencia final, si no que el plan debe proveer suficiente espacio para ir recompensando o corrigiendo durante el proceso.

“Cuando,como padres,  estemos de acuerdo con la conducta que queramos mejorar y el sistema de recompensas y consecuencias que aplicaremos, es tiempo de dialogar con nuestros hijos. Es importante que ellos entiendan que nuestro deseo es ayudarlos a mejorar en su conducta y es necesario que ellos conozcan cuál es el plan que tenemos para lograrlo. Esta conversación va a depender de la etapa de desarrollo en la que se encuentren y de las características y necesidades individuales de nuestros hijos.  Se recomienda diseñar algún tipo de registro o calendario de modo que nuestros niños puedan ver, de manera gráfica, el progreso en el plan. Finalmente, hay que involucrar a otros cuidadores o familiares, de modo que todos podamos trabajar unidos para ayudar a que nuestros hijos mejoren en su comportamiento” sostuvo la profesora.

La meta final de este sistema es fomentar en los hijos una conducta apropiada que les permitan desarrollar las destrezas básicas para una sana convivencia familiar y social. El compromiso de los padres, cuidadores y otras personas significativas  puede ayudar a desarrollar y fomentar una mejor conducta en los hijos.

Para concluir,  la Profa. Kercadó ofreció las siguientes recomendaciones:

  1. Identificar la conducta que se desea mejorar.
  2. Desarrollar un plan tomando en cuenta la etapa de desarrollo del niño y sus características únicas e individuales.
  3. Considerar el tipo de conducta, la frecuencia con la que el niño la presenta, el tiempo o duración de la misma y la intensidad.
  4. Discutir el plan con los hijos, tomando en cuenta la etapa de desarrollo.
  5. Involucrar a otros cuidadores, si fuera necesario.
  6. Mantener la consistencia  en el plan de modificación de conducta.
  7. Identificar los refuerzos y las consecuencias. Estos deben responder a la etapa de desarrollo y deben ser efectivos de acuerdo con el tipo de conducta que se desee modificar.
  8. Ofrecer los refuerzos, en el inicio del plan, con más frecuencia, siempre y cuando el niño observe la conducta esperada. Los refuerzos no tienen que ser regalos u obsequios caros.
  9. Ir presentando, paulatinamente,  refuerzos intermitentes una vez se compruebe que el niño ha demostrado que puede presentar la conducta esperada.
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