Hospedarse fuera de casa

¿Cómo me acostumbro al cambio?

Por:  Jalibeth Rodríguez Rivera

A sus 16 años Valeria González Olivera se despegó de su familia por primera vez en su vida. Inicia la etapa de transición a la Universidad pero, más que eso, se está adaptando a un entorno de convivencia nuevo y diferente. La barranquiteña es estudiante de nuevo ingreso y, debido a la lejanía de su residencia, decidió romper los lazos y hospedarse en la Residencia de las Hermanas Avemarianas en la Universidad.

“Esta es la primera ocasión que me separo de mi familia. Soy la única hija, por lo que mantengo una relación muy fuerte con mis padres”, dijo la estudiante del Programa Binario de Medicina a Huellas del Futuro Informa. Sin embargo, asegura que la confianza que le han transmitido las Hermanas ha sido pieza angular para el proceso de adaptación en el hospedaje.

“Pensé que iba a ser más difícil,  pero me siento más cómoda y segura. Dejar mi casa atrás y cortar ese lazo con mis padres fue chocante pero la confianza que me dieron las Hermanas desde el principio me hizo sentir más confiada”, reiteró la joven. Valeria llega los domingos en la tarde y comparte su habitación con otra compañera. “Estoy en un cuarto compartido, pero nos llevamos bien y ya llegamos a unos acuerdos”, aseveró la estudiante.

Para muchos, entrar a la Universidad implica dejar el hogar por un espacio de tiempo. En ocasiones, se trata de una ciudad y un ambiente completamente nuevos. El tema de la independencia y dejar a un lado los lazos familiares suele ser dificil, por lo que el proceso de acostumbrarse a este nuevo entorno y organizarse se torna en un nuevo reto.

Precisamente, para la hermana Magda Pérez, directora de la Residencia de Señoritas, el proceso de cambio es muy arduo. “Muchas de las chicas nuevas que llegan son muy apegadas a su familia y el proceso del cambio a estar aquí solas es muy triste. Incluso, hay padres que salen llorando, pero en la medida que pasa el tiempo van acostumbrándose y madurando.

Para romper el miedo y lograr que las jóvenes de nuevo ingreso se sientan más confiadas, la Hermana Magda explicó que hacen reuniones y actividades de bienvenida. “La convivencia es un poco cuesta arriba, por lo que preparamos dinámicas, juegos, actividades para que se conozcan y se sientan como una familia. De hecho, a principios de clases escogemos la reina prepa en actividades que ellas mismas organizan”.

TABLA-03Asimismo, les cuesta adaptarse porque hay muchas que no están acostumbradas a los reglamentos ni a los horarios. “Ahora mismo tenemos 97 jóvenes, 28 de ellas son nuevas, imagínate la diversidad de pensamientos. El horario les cuesta mucho porque tienen que llegar antes de las 10 de la noche”, reaccionó la Hermana.

Por su parte, la directora de la Clínica Interdisciplinaria de Servicios a la Comunidad, Profa. Ada Kercadó reafirmó que es importante estar en la organización y en la búsqueda de un balance. “Recuerda que la libertad implica responsabilidad. Por lo tanto, si me organizo, puedo tener un mejor control y manejo del tiempo. Los estudiantes deben procurar hacer nuevas amistades, que compartan sus intereses, que respeten su estilo de vida y sus valores. Es importante que establezcan un plan de comunicación con sus familiares, de modo que ese vínculo se mantenga”.

Pero también, se torna complicado el escenario cuando se hospedan con extraños. La experta recordó que es importante aprender a convivir en comunidad, tal vez, con personas extrañas y valores diferentes. “Hay que establecer unas reglas de convivencia, respetar al prójimo y darnos la oportunidad de madurar fuera de la protección del seno familiar. Deben identificar recursos de apoyo dentro de la comunidad universitaria, dado que ellos serán su primer apoyo en esta etapa de sus vidas.

Como recomendación final, dijo que deben confiar en sí mismos y darse un tiempo para acostumbrarse no tan sólo a la vida universitaria, sino también a vivir fuera de su casa por primera vez. “Es muy tentador sentirnos libres y dueños de nuestro tiempo, sin tener a papi o a mami detrás de nosotros diciéndonos lo que debemos o no debemos hacer. Por lo tanto, hay que hacer un balance. Debemos preguntarnos ¿por qué quiero estudiar? ¿Cuál es mi meta de aquí a un semestre? ¿a un año? ¿a dos? ¿a cuatro? Los estudiantes que están claros en sus metas tienen una mayor probabilidad de tener éxito en la consecución de sus objetivos. Por lo tanto, procuren conocer muy bien a su universidad, identifiquen los servicios de apoyo al estudiante, identifiquen sus necesidades y mantengan ese balance personal, académico, familiar y social”.

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