¿Distracción o destrucción?

“Los jóvenes adictos a la tecnología crean una sociedad más individualista”.

Por:  Jalibeth Rodríguez Rivera

Basta con actualizar el estado y la ubicación y subir una foto al buró de las redes sociales para que comiences a recibir mensajes privados y de texto al teléfono celular, quizás un “like” o un comentario. Tus amigos ya conocen todos los detalles; ¿dónde estás?, ¿con quién estas? y ¿qué haces? De momento, se escuchan dos sonidos que anuncian la llegada de un correo electrónico al celular y una llamada esperada. Es decir, sin darte cuenta, estás tan sumergido en el aparato electrónico que luces completamente desorientado de la realidad. Podrías estar adicto a la tecnología.

Este es el perfil de los jóvenes en la sociedad actual, una sociedad puramente de información, avances, conocimiento e inmediatez. De hecho, en varias investigaciones se destaca que más del 50% de los adolescentes dedica 20 horas o más a la semana en videojuegos violentos, así como a navegar por internet y/o a hacer uso de redes sociales sin supervisión, así lo confirmó  la catedrática auxiliar del Programa Graduado de Psicología Clínica de la PUCPR, Dra. Ana Plaza Montero.

Esta preocupante situación ha traído consigo implicaciones sociales alarmantes. Es decir, la gran mayoría de los jóvenes, están adictos a estas plataformas y han perdido la comunicación verbal, dándole más énfasis a las emociones escritas y grupales. “Las relaciones sociales cara a cara han sido sustituidas por relaciones tecnológicas. Este panorama tecnológico propicia relaciones sociales distantes, dificultad en el acercamiento directo, en el control de impulsos, en el manejo adecuado de las emociones, entre otros. Por lo tanto, se ha creado una sociedad segregada e individualista con pobre sentido de humanismo, gratitud y bondad ante la necesidad de otras personas”, dijo la Psicóloga Clínica.

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Los jóvenes están expuestos a información que no necesariamente pueden comprobar y la validan como correcta. Incluso, Plaza Montero aseveró que “intentan aplicarla a su vida diaria, identificándose con modelos incongruentes con la cultura puertorriqueña. Ellos se caracterizan por estar informados, sin embargo,  pueden estar perdiendo los vínculos familiares y sociales, así como el quebrantamiento de la riqueza lingüística y del lenguaje no verbal, del contacto directo que nutre las relaciones sociales. Son jóvenes más ensimismados y solitarios, con dificultades en su expresión afectiva, cognitiva y en su comportamiento”.

Con lo que respecta a las redes sociales, la académica del Colegio de Estudios Graduados en Ciencias de la Conducta y Asuntos de la Comunidad de la PUCPR, enfatizó que el aspecto de la información que publican los jóvenes representa un riesgo. “Los jóvenes mantienen comunicación con personas que conocen a través de redes sociales, que pueden exponer información irreal, poniendo en riesgo su seguridad. Aquellos introvertidos pueden, a través de la tecnología, manifestar sus pensamientos y emociones. Lo preocupante es la exposición de la información (la cual es pública) y el comportamiento sexualizado que se le otorga, careciendo de educación”. Asimismo, afecta las relaciones familiares. “El riesgo de la pobre expresión emocional, puede contribuir a la desintegración de las relaciones familiares e interpersonales. Este aspecto afecta la adquisición de valores y las relaciones de apego seguro. Además,  el uso desmedido de la tecnología puede contribuir al incremento de la violencia y al egocentrismo. La tecnología posee aspectos positivos, si su uso tiene límites, de lo contrario,  se contempla una sociedad individualista y segregada”, añadió.

Pero, ¿cuán seguro es compartir fotos e información sensitiva? De acuerdo con la Psicóloga, los adolescentes están expuestos a conductas sexualizadas. “Al sentirse parte de un grupo entienden que es aceptable compartir fotos sugestivas o explícitas, las cuales son accesibles al público, perdiendo la intimidad, incluso la seguridad de ellos y de su familia. En la actualidad es relevante hacer público qué hacen y dónde se encuentran. Pero, la pregunta es ¿con qué propósito? Podríamos decir que podría deberse a la necesidad de atención, para obtener una posición social o por temor a la soledad. El sentido de intimidad se ha transformado a uno público, dónde los adolescentes son susceptibles al acoso”.

La experta en comportamiento humano manifestó, además, “La interrogante sería si,  a través de las redes sociales, mensajes de texto, entre otras formas de comunicación, se pueden mantener relaciones que contribuyan al desarrollo del ser humano o simplemente se magnifica el aislamiento e individualización. Los jóvenes, al estar más informados, exigen más en términos académicos, pero puede afectarse el acercamiento de respeto y empatía hacia otra persona. Este aspecto propicia, a partir de los avances tecnológicos,  acoso cibernético, conductas violentas incluso el suicidio.

No empero, para muchos jóvenes, la inmediatez de información de todo tipo, la interactividad con otras personas y las opciones de entretenimiento y grado de comunicación son el atractivo principal del Internet y de la tecnología. Como recomendaciones, la Psicóloga sugiere establecer límites claros en el uso de la tecnología con la debida supervisión, ofrecer educación sobre los riesgos del uso de la tecnología y fomentar las relaciones familiares e interpersonales saludables.

La tecnología avanza a pasos agigantados.

En un abrir y cerrar de ojos las empresas de la industria lanzan al mercado un equipo mejor al que presentaron el pasado mes. Así las cosas, si se compara la tecnología de la comunicación de diez o quince años atrás con el presente, los expertos coinciden en que hace una década el uso de la tecnología se limitaba a ciertas personas o estratos sociales, tenía sus límites económicos y no necesariamente se enfocaba en la búsqueda de conocimiento. “Actualmente,  la difusión de la tecnología (tabletas, teléfonos móviles inteligentes, computadoras, juegos de video interactivos) está al alcance de un público más diverso, incluso desde la niñez. En décadas pasadas los menores no tenían este acceso, mayormente eran personas profesionales. Los adolescentes y jóvenes disponen del acceso a la tecnología careciendo de suficiente información para discernir entre lo apropiado o saludable. Este aspecto propicia que se puedan involucrar en actividades de alto riesgo”, apuntó la Psicóloga Clínica.“El ser humano, ante la tecnología, se encuentra en una paradoja: está intelectualmente más informado al disponer de mejores sistemas de comunicación a distancia, física y afectivamente” añadió.

Por su parte, el vicario de Pastoral Juvenil en la Diócesis de Ponce y asesor Nacional de Pastoral Juvenil, Padre Arnaldo Ortiz Dominicci, expuso en su artículo “Reunidos pero desunidos” que este panorama tecnológico atrasa a la humanidad. “Me parece que los adelantos nos están atrasando en nuestra humanidad; pero más que los adelantos o avances tecnológicos, es nuestra manera de utilizarlos.  Todo ahora viene personal: mi computadora personal, mi reproductor de música personal, mi teléfono personal o celular, mi, mi, mi…  Y digo que afecta a nuestra humanidad porque somos seres creados para el encuentro con los otros, para compartir; como sabemos desde la escuela, somos seres sociales por naturaleza; por lo cual,el encerrarse en sí mismos es  autodestructivo”.

El también vicario parroquial en Jayuya, Nuestra Señora La Virgen de la Monserrate afirmó, además que “es una especie de autismo existencial. Peor que el autismo que conocemos, éste último por lo menos es inculpable, producto de una enfermedad; pero el autismo existencial nace de una cierta indiferencia a lo que está alrededor, a los que están alrededor: lo cual es “inhumano”.(…) En una sociedad individualista no se promueve la ayuda mutua, lo que hace que quien esté triste se ahogue en su situación, con las tristes consecuencias que ello comporta (…) Necesitamos relacionarnos con aquellos que son semejantes a nosotros, con aquellos que, creados a imagen y semejanza de Dios comparten con nosotros la verdad y sentido más profundo de nuestras vidas: estamos hechos para ser amados y amar.  La comunicación, el encuentro con el otro, es para el amor como el oxígeno para el agua: sólo se ama lo que se conoce, a quien se conoce, y sólo podremos conocernos comunicándonos”.

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